Cuando la Red se revela indiscreta

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Nunca estamos a salvo de miradas ajenas. Siempre estamos expuestos a ser vistos aunque queramos escondernos y es importante que seamos conscientes de ello para evitar sorpresas que pueden ser desagradables y erosionar nuestra Marca Personal.

El lío que ha montado el asalto y posterior divulgación de datos de la red de contactos Ashley Madison nos tendría que hacer reflexionar sobre los riesgos de la exposición mediática y la falsa creencia que en la red se puede encontrar la impunidad que en el mundo off line no existe.

De los muchos beneficios que ha aportado internet, el mayor es el de la visibilidad. Antes de la existencia de la red y de las redes sociales, ser visible era privativo y caro, lo podían conseguir personas que tuvieran acceso a los medios de comunicación o que pudieran pagar por ello. Así eran las reglas del juego hasta hace pocos años.
Internet nos ha permitido entrar en contacto de manera fácil y con bajo coste, con casi cualquier persona que estuviera conectada en diálogo de persona a persona y, por extensión y de manera general, con toda la comunidad conectada en la red. Internet ha democratizado la comunicación haciéndola extensiva a toda la comunidad on line de manera instantánea y casi gratuita. Hasta aquí la cara amable.

La universalización y la inmediatez de la comunicación tiene también su lado antipático: la pérdida de privacidad, el dejar de estar a salvo de las miradas ajenas.

No controlamos la información que sobre nosotros circula por la red, o por lo menos es difícil que tengamos capacidad de acción sobre el origen de la misma, porque por el mero hecho de estar en el mundo es posible tengamos en la red datos nuestros que circulan de manera ajena a nuestra voluntad porque han sido introducidos por terceros, desde la pertenencia a una asociación pasando por datos aparecidos en alguna publicación oficial o por el mero hecho de habernos inscrito en algún evento deportivo. Siempre que se hace la prueba acaban saliendo cosas.

Y cuando nos referimos a datos e informaciones que de manera voluntaria hemos introducido en la red, el riesgo de exposición crece de manera exponencial. La red no olvida y su misión es mover información, no lo olvidemos.

La aldea global nos ha hecho perder parte de la independencia e intimidad que se habían conseguido desde la Edad Media a partir de la creación de las ciudades.

De todos modos no estamos condenados a estar expuestos de cualquier manera, no hay un determinismo tecnológico o mediático que nos condicione al cien por cien y nuestro nivel de exposición y la calidad de la información que circula por la red puede tener nuestra influencia porque tenemos la posibilidad de gestionar nuestros actos.

La red no es más que una extensión de la realidad. Cuando actuamos en internet no simulamos la realidad si no que la estamos construyendo con la misma intensidad que cuando paseamos por una calle, firmamos la venta de un inmueble o comemos un bocadillo. Internet y las redes sociales no son realidades virtuales o paralelas, esta creencia puede llevarnos a engaño y hacernos creer que nuestros actos dejan de ser reales y que por extensión dejamos de ser responsables de sus consecuencias.

El revuelo que ha provocado la divulgación de los datos de Ashley Madison, más allá de la falta de seguridad y de la negligencia de los gestores por no haber sabido prever y defenderse del ataque, viene por el temor de los usuarios a ser descubiertos en su actividad y a las consecuencias que puede tener en sus vidas privadas y públicas. La situación no deja de tener un fondo de ingenuidad; querer ser infiel, poner los cuernos porque sólo se vive una vez, de manera segura y anónima: Lo que antes debía ser planificado se puede obtener con un solo click y sin consecuencias. La realidad ha demostrado que no es así.

La conclusión es que no podemos hacer en internet y en las redes sociales aquello que fuera de ellas no haríamos porque el entorno no cambia las circunstancias ni las consecuencias y ser consciente de esto es el primer paso para gestionar nuestra Marca Personal.

¿Hemos hecho en la red algo de lo que podamos arrepentirnos? ¿Sabemos cómo gestionarlo? ¿Podemos manejarlo? Si hay alguna respuesta afirmativa habrá que plantearse buscar ayuda.

Por Jordi Collell. PersonalBrandingQueMarca.com