Once tripulantes del pesquero Beti Aingeru, con base en Pasaia, han desmentido haber protagonizado un motín o agredido al patrón del barco, tal y como denunció el armador. Por el contrario, aseguran que las tensiones surgieron tras meses de trabajo sin descanso, amenazas constantes y un trato que consideran vejatorio.
En declaraciones realizadas a ETB, los marineros, todos de origen senegalés, relataron que decidieron plantarse cuando “ya no podían más”. Uno de ellos explicó que el desencadenante fue un incidente en el que el armador les arrojó basura encima: “Le hemos aguantado todo, pero en ese momento dijimos basta”.
La versión de los marineros contradice a la del armador, Joaquín, quien denunció ante la Guardia Civil en Gijón haber recibido amenazas y agresiones por parte de varios miembros de la tripulación, llegando a interponer tres denuncias.
El incidente tuvo lugar el sábado, hacia las 15:00 horas, cuando se dio aviso a emergencias desde el barco, que faenaba a 12 millas de Ribadesella, Asturias. El capitán aseguró entonces que 12 de los 16 marineros le habían amenazado. Una patrullera de la Guardia Civil acudió al lugar y comprobó que la situación estaba ya bajo control, sin necesidad de intervención en alta mar.
La investigación sigue abierta. El delito de motín en un buque está penado con sanciones severas e incluso, en algunos casos, puede acarrear la deportación.
Mientras tanto, los pescadores insisten en que nunca amenazaron ni al patrón ni al armador.Han acudido a la cofradía de pescadores de Pasaia en busca de respaldo y también mantendrán una reunión con el sindicato LAB.