Rivera’s World Tour’16

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Admito que mi imaginación nunca hubiera llegado a tanto. Una cosa es que la campaña electoral sea distinta para no aburrir a las ovejas y otra que, a este paso, uno tenga que ejercer el voto en algún colegio de Caracas.

Como se ve que en la patria de Manolo el del bombo todo es alegría y prosperidad hasta el punto de convertir el país multicolor de la abeja Maya en un auténtico infierno, pues algunos candidatos y altavoces mediáticos afines han decidido salvar a Venezuela mientras les imprimen las banderolas y carteles y les eligen las corbatas para los debates.

Siento por Maduro la misma devoción o acaso menos que la que tengo por las acelgas rehogadas. Desde que el comandante Chavez llegó del más allá mutado en pajarito y se le apareció, según confesó con idéntico aplomo que si vendiera un coche usado, me intriga qué habrá en su azotea si es que alguien vive allí.

La situación del pueblo venezolano es tan límite, tan límite como para no usar sus abundantes y jodidas estrecheces con el fin de obtener réditos en las urnas.
La gira de Rivera, a quien los aires caribeños le han reportado un aire de camorrista desconocido hasta ahora en él, acaso se enmarque en esta tendencia al ‘pintamonismo’ tan emergente como los partidos que sustentan a sus líderes.

Digo yo, sedentario como soy y amante del litoral mediterráneo, que, aun a riesgo de obtener menos puntos Iberia, ya se podía hacer acercado a Murcia. Igual así hubiera averiguado con nombres y apellidos quien es el torpe de su partido que comete tantos “errores administrativos” como para sospechar que no son tales cuando se gasta la pasta del parlamento regional, es decir el de los contribuyentes de esa estupenda tierra, en mandados para su formación política.

Que si un viajecito, un hotel, unas fotos… Minucias sin duda sobre las que se pone la lupa cuando quienes cometen estos despistes son los primeros que reclaman ejemplo y dan lecciones a los demás sin tiempo casi a coger apuntes.

Mencionaba antes el carácter vinagreta de don Albert hasta el punto que ha venido a decir que si Iglesias quiere una sistema político para España como el de Maduro para Venezuela se tendrá que ver las caras con él.

Por el momento lo harán de nuevo como Jordi Évole como testigo porque otra cosa no, pero a los dos les gusta más la tele que a un renuente intelectual una tiza. Ya sea en Venezolana Televisión o en la Teletienda. El caso es que les graben en casa para luego verse parando la imagen.

Escrito para azperiodistas.com por Germán Temprano.