Descubren en Cantabria nuevas pinturas rupestres con más antigüedad que las de Altamira

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El equipo de investigación que dirige, Roberto Ontañón, responsable de Museo de Prehistoria de Cantabria, ha encontrado, en cuatro pequeñas cavidades de la región, nuevas pinturas rupestres que en un principio se datan con una antigüedad de entre 30.000 y 20.000 años, lo que las convertiría en anteriores a las que presenta la cueva de Altamira.

Estas nuevas pinturas de los antiguos moradores de Cantabria en la época premagdaleninse o gravetiense, han podido de ser descubiertas aplicando nuevas técnicas de fotometría y de imagen. El trabajo de búsqueda de estos grabados partía de la información que hace más de veinte años, aportó a los arqueólogos un espeleólogo, sobre la posible la posible existencia de pinturas antiguas en diversas cavidades de Cantabria. Las técnicas tradicionales, hasta el momento, no habían permitido conocer si esos hallazgos eran en realidad arte rupestre.

Ahora el equipo de Roberto Ontañón ha podido confirmar la existencia de pinturas rupestres en las cuevas de El Rejo, en el municipio de Val de San Vicente; en Los Murciélagos, en Entrambasaguas; en Las Graciosas I y II, en Medio Cudeyo; y en Solviejo, en Voto.

Los trazos de arte rupestre localizados en esas cuatro cavidades son, en general, rojos, sobre todo puntos aislados o hileras de puntos, con las que, en algún caso, se forman figuras de animales, según ha precisado el experto en patrimonio rupestre.

Ontañón no descarta que existan más cavidades con representaciones similares a las encontradas en esta cueva, y también a las localizadas en la cavidad Aurea, en Peñarrubia, donde en 2015 se informó del descubrimiento de unas figuras geométricas, discos y signos ocres o rojizos, de la época premagdaleniense, también con la ayuda de unos espeleólogos.

En las cuevas en las que ahora se han localizado esos nuevos hallazgos, había ya indicios de que podían existir pinturas rupestres, por lo que fueron consideradas yacimientos arqueológicos, aunque la mayoría de ellas eran utilizadas hasta ahora por espeleólogos para su deporte.

La falta de técnicas innovadoras en el campo de la imagen también retrasaron los trabajos para comprobar si el arte de esas cuevas era rupestre, algo que hoy ha podido llevarse a cabo.