El Gobierno Vasco afronta la etapa postpandemia como la gran oportunidad para la transformación económica y social de Euskadi

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Hacer un balance económico del 2020 requiere una buena dosis de serenidad porque será recordado como el año de la pandemia del coronavirus que asoló a la economía mundial, con descensos en el PIB que nunca antes se habían conocido en tiempos de paz. En el caso de la economía vasca, la caída fue del 9,5%.

Con esta premisa, el Consejero de Economía y Hacienda, Pedro Azpiazu, ha presentado el Informe anual de la economía vasca 2020, elaborado por este departamento. Un acto en el que ha estado acompañado por el Viceconsejero de Economía y Fondos Europeos, Jordi Campàs, y el director de Economía y Planificación, Iñaki Barredo.

Un informe que recoge cómo las cifras económicas correspondientes a 2020, tanto en lo referente a Euskadi como a la economía mundial, son excepcionalmente negativas. Para entender mejor la dimensión de esta contracción, cabe recordar que en el año más duro de la Gran Recesión (2009) el PIB mundial tan solo se redujo una décima mientras en 2020 esa caída alcanzó el 3,3%, según el informe elaborado en abril de este año por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

En ese contexto de fuertes descensos del PIB en prácticamente todas las áreas económicas del mundo, la economía vasca no fue, lógicamente, una excepción. Las referencias de las últimas recesiones fueron el -4,1% de 2009, el -2,0% de 2012 y el -1,7% de 2013. “Por tanto, el episodio actual supera ampliamente el impacto negativo conocido en las últimas décadas”, ha subrayado Azpiazu.

En esta exposición también se ha puesto el foco en “las consecuencias considerables” que en el mercado de trabajo tuvo este freno de la actividad. En 2020, el empleo, medido en puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo, se redujo un 8,1%. En base a los datos de la PRA, que es la encuesta del EUSTAT, en 2020 y como promedio anual se perdieron 20.900 empleos, un 2,2%. Se puso así fin a un período de 5 años consecutivos de creación de puestos de trabajo. El descenso del empleo fue más moderado del que cabía esperar por la caída de la actividad económica. Debido a que las personas que se encontraban en ERTE se contabilizan, en su inmensa mayoría, como empleadas.

A diferencia de recesiones anteriores, la respuesta fiscal y monetaria a la pandemia fue rápida y de gran tamaño, en especial entre las economías desarrolladas. La Comisión Europea impulsó el programa Next Generation UE, dotado de 750.000 millones de euros entre préstamos reembolsables (360.000 millones de euros) y transferencias no reembolsables (390.000 millones de euros).

La respuesta del Gobierno Vasco a la pandemia se dio en términos de un mayor gasto sanitario, un apoyo extraordinario a los centros educativos públicos y concertados, ayudas a la digitalización del sistema universitario, un incremento de las ayudas de emergencia social, más ayudas a la conciliación de la vida laboral con la familiar, ayudas a trabajadoras y trabajadores en ERTE, así como ayudas para proveer de liquidez a las empresas. Todo ello ha supuesto que en 2020 se hayan dedicado a la lucha contra la pandemia más de 850 millones de euros. Además, se puso en marcha un fondo de 1.000 millones gestionado con Elkargi para ayudar a empresas en dificultades. Líneas que, por otro lado, fueron complementadas con la proactiva actuación de las Diputaciones Forales, así como de los Ayuntamientos.

Escenarios de futuro

Los tintes negativos que presenta este informe al hacer balance económico de 2020 adquieren otro tono cuando de lo que se trata es de vislumbrar los escenarios del futuro, aunque se admite que la pandemia ha trastocado la percepción del futuro. Por ello, las perspectivas para la economía mundial están rodeadas de una gran incertidumbre, puesto que a las habituales características de cada país o área económica se les une ahora una serie de condicionantes que hacen más difícil prever cómo será el futuro en el medio y largo plazo.

“Entre esos condicionantes, destaca la propia evolución de la pandemia, del mismo modo que también serán determinantes las políticas que se sigan para favorecer la recuperación”, ha reconocido el Consejero de Economía y Hacienda.

En lo referente a la economía vasca, el escenario base para el periodo 2021-2030 muestra una evolución, como no podía ser de otra forma, similar a la prevista para los países desarrollados, en la que los fuertes incrementos de 2021 (6,7% del PIB) y 2022 (5,7%) dejan paso a ritmos más suaves en los años siguientes: 2023 (1,8%), 2024 (1,7%). En esos primeros años, se aprecia una recuperación del consumo privado, que crece por encima de la media de la economía, impulsado por el ahorro generado durante el tiempo de pandemia

En la previsión recogida en este informe, se señala que el empleo se verá favorecido por el impulso de la actividad económica. En términos de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo, se espera un incremento del empleo del 4,9% el presente año, porcentaje que se moderará hasta el 3,3% el próximo y que bajará a cifras más acordes con los valores previos a la pandemia en los siguientes periodos. Esto ayudará a reducir la tasa de paro desde el 10,6% de media en 2020 al 10,3% en 2021 y al 9,6% en 2022.