Juzgan a dos empresarios cántabros que obligaban a jornadas maratonianas a un camionero que acabó suicidándose

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En hombre hacía jornadas laborales de 14 horas en una ruta de 920 kilómetros y se presume, que a consecuencia del estrés provocado por su situación laboral, se suicidó quemándose a lo bonzo.

Los hechos están siendo vistos en el Juzgado de lo Penal número 3 de Donostia porque que el fallecido residía en Lasarte-Oria.

La Fiscalía de Gipuzkoa solicita dos años de cárcel para los dos responsables de la empresa de transportes, registrada en Cantabria y en la que trabajaba un vecino de Lasarte, de 41 años que, en la madrugada del 23 de noviembre de 2012, cuando el camionero conducía por la carretera N-610 a la altura de la localidad vallisoletana de Villalón de Campos, se bajó del vehículo, se roció con gasolina y se prendió fuego.

A raíz del trágico suceso, la Guardia Civil inició una investigación que ha derivado en la imputación al encargado y al administrador de la empresa, de un delito contra los derechos de los trabajadores por el que, además de la pena de cárcel, se demanda una multa 3.600 euros.

Según un escrito del Ministerio Público se considera que, «abusando de la situación de carestía y el temor a la pérdida del trabajo que padecía» la víctima, los procesados le asignaron una ruta diaria de ida y vuelta, de lunes a sábado, «como conductor de un vehículo», que discurría por las localidades guipuzcoanas de Irun y Beasain, Vitoria y Benavente (Zamora). Para cumplir este programa, el perjudicado cubría 920 kilómetros diarios, «conduciendo más de diez horas, sin tener en cuenta el tiempo de carga y descarga en cada población», circunstancia que, «aumentaba su jornada laboral» hasta «aproximadamente las doce o catorce horas».

La Fiscalía considera que, de esta forma, los procesados «infringieron lo pactado en el contrato», así como lo dispuesto en el Convenio Colectivo de Transporte de Mercancías por Carretera de Cantabria.
Eleva también a consideración que esta circunstancia llevó a la víctima a acudir a un centro de salud mental, «debido a que su situación iba empeorando» y le estaba provocando «agotamiento físico, insomnio precoz y la pérdida de quince kilos de peso», «aquejado de sus largas horas jornadas de trabajo».

En este centro le fueron recetados dos medicamentos, y una facultativa le recomendó que se cogiera la baja, si bien el trabajador se negó «por la necesidad de trabajar que tenía». El damnificado solicitó a los dos empresarios que su jornada laboral se adecuara realmente a «lo dispuesto en su contrato», si bien los procesados le advirtieron de que «si no cumplía con su ruta sería objeto de despido». «Con todo ello -señala la Fiscalía-, se agravó su situación, hasta que el 23 de noviembre de 2012, decidió rociarse con gasolina y prenderse fuego, acabando así con su vida, cuando estaba prestando sus servicios por Villalón de Campos (Valladolid)».