Nuevas tendencias del Plan de Seguridad y Salud en el sector de la Construcción

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El Plan de Seguridad y Salud (PSS) en el trabajo es un documento de gestión para informar o prevenir de un posible riesgo real a los trabajadores de nuestra organización. Pero ¿cómo un documento que pretende ser una previsión de los riesgos de una obra puede llegar a convertirse en un documento inútil y poco práctico como lo es a veces en la actualidad?

Será responsabilidad de cada contratista la realización del PSS, si bien es cierto que en la última edición de la “Guía técnica para la evaluación y prevención de los riesgos relativos a las obras de construcción” introduce que “para su elaboración, el contratista tendrá que contar con el asesoramiento y asistencia de su Servicio de Prevención“. Es decir, asesoramiento sí, pero la responsabilidad final es del contratista, siendo responsable de la información aportada al técnico redactor del PSS, como del documento PSS en caso de ser un servicio externalizado.

Una buena práctica por parte de las empresas contratistas sería contar con medios para revisar dicho contenido, una especie de aprobación del Plan antes de la aprobación formal por parte del Coordinador de Seguridad y Salud (CSS). Para conseguir dicho objetivo, se desarrollaría el propio Estudio/Estudio Básico de forma adaptada a las circunstancias específicas de la obra y del proceso de ejecución, el cual deberíamos analizar, estudiar, desarrollar o complementar.

Lo más importante del PSS de una obra, una vez analizada la definición legal, es determinar el fundamento y motivo de su redacción. Es decir, el PSS no es un mero requisito documental para cubrir el expediente de cara a la inspección de trabajo. Esta triste percepción es debida a la calidad del propio documento y al escaso uso que se le da en obra: documentos de 120 páginas (en el mejor de los casos) con tamaño de letra 9, gráficos escasos o estándar para cualquier obra, alusión infinita y repetitiva a normativa, escaso conocimiento por parte de los trabajadores y un documento estático que no se adapta a las características cambiantes de una obra. Construyamos un documento útil más allá del aspecto legal.

Un tema que preocupa especialmente es la relación entre el propio documento y la figura del recurso preventivo, que tiene las funciones fundamentales de vigilar el cumplimiento de las actividades preventivas. Para ello, debe conocer el contenido del PSS en relación a la obra, por lo que deberá disponer de los medios necesarios y suficientes para vigilar el cumplimiento de las actividades preventivas, y ser consciente de su responsabilidad, que puede ser penal, ante la aplicación de medidas adecuadas y necesarias para evitar el peligro.

Y con todos estos argumentos, ¿por qué seguimos haciendo lo mismo? Puede ser debido al desconocimiento del proceso de ejecución exacto y a la falta de datos a la hora de redactar un PSS, al miedo a dejarnos algo y que ocurra un accidente, a requisitos del CSS, o al propio miedo a la acción inspectora, lo que determina que sigamos haciendo los mismos documentos densos y poco prácticos que, por lo menos, sabemos que nos libran de la multa (si no hay accidente, claro).

Existen algunas herramientas que nos pueden ayudar para la gestión en obra de la seguridad como podrían ser: realizar una reunión inicial con los contratistas y recursos preventivos, comprobar el PSS, incluir un árbol de subcontratación, establecer las tres P (Planificación, previsión y Prevención), realizar reuniones periódicas de coordinación, establecer un buen sistema de comunicación, adoptar una actitud proactiva y dar ejemplo.

Para más información sobre las herramientas para la gestión en obra de la seguridad y salud ver PrevenBlog.