Salud Laboral. Medición y prevención del riesgo cardiovascular

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Jordi Schlaghecke, director médico de PrevenControl, considera que el índice de masa muscular pierde fuerza en favor del perímetro abdominal cuando queremos hacer una verdadera prevención del riesgo cardiovascular y no una simple clasificación de peso que puede llevarnos a errores de vez en cuando.

El índice de masa corporal (IMC), anteriormente llamado índice de Quetelet, es un indicador que relaciona el peso y la talla de un individuo adulto y que está siendo utilizado para identificar el sobrepeso y la obesidad. Con la ratio IMC, se clasifica a las personas en peso normal, bajo peso, sobrepeso y diferentes grados de obesidad.

Pero como toda fórmula matemática, hay que interpretarla y no usarla automáticamente en un examen de salud porque podríamos equivocarnos. En algunas personas con mucha masa muscular y/o ósea el IMC podría indicarnos un sobrepeso y en realidad no tener una acumulación excesiva de grasa abdominal. Pero lo peor está en el caso contrario; cuando la persona tiene una acumulación excesiva de grasa pero el índice indica normopeso.

En estos casos si el médico no complementa el estudio con la toma del perímetro abdominal, ha perdido la oportunidad de prevenir los efectos del sobrepeso y la obesidad, ya que según el estudio internacional INTER-HEART, nueve son los factores de riesgo modificables que predicen el 90% de los infartos agudos de miocardio y entre ellos se encuentra la obesidad abdominal, medible con el perímetro abdominal y no con el IMC.

El perímetro abdominal es muy fácil de aplicar y muestra directamente la acumulación excesiva de grasa abdominal, que según la OMS los máximos valores saludables son 88 en la mujer adulta y 102 en el hombre adulto. Valores superiores indican mayor acumulación de grasa abdominal que está directamente relacionada con el riesgo cardiovascular.

De los nueve factores de riesgo modificables capaces de predecir el 90% de los infartos agudos de miocardio según INTER-HEART, la obesidad abdominal es el tercer factor de riesgo cardiovascular más prevalente en la población española, después de la hipertensión y la alteración de las grasas, afectando al 29% en los dos sexos.

Con la utilización de la IMC y la medición de la obesidad abdominal, uno de cada tres trabajadores podrán verse beneficiados en la ratio de riesgo cardiovascular y mejorar su calidad de vida futura.